Además de los protagonistas, estas fotos comparten el hecho de que sus originales en color apenas tienen interés. Las dos primeras estaban subespuestas y tenían demasiado contraste, la última era justo lo contrario.

El proceso para arreglarlas con GIMP ha sido descomponerlas en RGB y mezclar las tres capas para resaltar algunos detalles. La ventaja de este proceso es que es aplica los mismos principios que la clásica fotografía en blanco y negro con filtros de color: filtro naranja o rojo para mayor contraste del cielo, filtro verde para retratos más naturales, etc. Lo que yo suelo hacer es colocar la capa que contiene los valores de verde abajo -es la que suele tener más detalle y menos ruido-, y sobre esta coloco la azul y la roja en modo pantalla, jugando con el nivel de transparencia. También puede hacerse sin descomponer a RGB, usando el mezclador de canales en modo monocromo.

El paso final, pero quizá el más importante, es jugar con las curvas hasta obtener el nivel de luz y contraste perfecto, obteniendo toda la gama de grises desde el negro al blanco puros. Para hacer esto más sencillo suelo abrir la ventana de niveles y usar el automático -para maximizar los valores de blanco y de negro- y luego pulsar sobre "editar ajustes como curvas" para definir los tonos intermedios manualmente.

Si queremos darle a la imagen un tono de color -sepia, azulado, etc-, podemos usar primero la ventana de colorear, yo suelo usar unos valores de aproximadamente 30 en tono y 10 en saturación para conseguir un sepia discreto. Es preferible hacer este paso antes editar las curvas para que quede más natural.